EL
FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
¿TANTOS
REQUISITOS ASÍ?
Por
Ramón Durón Ruiz
C
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on motivo del 25
aniversario de la fundación del Colegio de Bachilleres de Tamaulipas, su
talentoso Director Dr. Carlos Castro Medina, programó con su equipo de trabajo se
llevaran a cabo una serie de eventos para conmemorar con gran categoría, un año
más de fructífera existencia.
En el COBAT, hay
una generación excepcional de maestros, que
en el altiplano o en la lejana serranía, en la frontera o en la planicie, en el
ejido o la colonia popular, con moderación de recursos, sin plantones, mucho
menos marchas, tomas de edificios gubernamentales, violencia, bloqueos de autopistas,
que alteran la vida económica y social de las ciudades; saben cumplir con calidad
y calidez, con la más alta encomienda que la vida da a un ser humano: darle
aire a las alas de nuestra juventud, formar los hombres de bien del presente y
del mañana… EDUCAR ALMAS.
Ellos con una
capacidad sin límites, llenos de un ejemplar entusiasmo, pasión, mística de
servicio, apóstoles de la educación que nunca buscan un pretexto para faltar o para
servir, bien saben aplicar las palabras de John Ruskin: “Educar no es hacer
aprender al alumno algo que no sabía, sino hacer de él, alguien que no
existía.”
El magisterio en
COBAT, con un orden ritual se organiza y sabe reconocer las fortalezas y
debilidades de sus alumnos, trabajan para darles el impulso suficiente que les
ayude a andar su camino con renovado brío.
Sus maestros les
recuerdan que sus posibilidades son infinitas, si se atreven a sacar fuerzas de
sus debilidades y luz de sus poderes, para que brote el espíritu guerrero que
anida en nuestra juventud, que más que riqueza o poder, sueña con trascender, para
hacer de ellos campeones de la esperanza.
Para muestra un
botón. En el evento inaugural, se distinguió a Roberto Adolfo Blanco Rocha, un
joven campesino del municipio de Hidalgo, Tamaulipas, quien diariamente camina
varios kilómetros para llegar a estudiar el 4to semestre en las modestas aulas del
Centro de Educación Media Superior a Distancia del Estado de Tamaulipas (CEMSADET
09), del ejido Oyama.
Él, –hijo de un modesto campesino–
ha sabido aprovechar plenamente las oportunidades que la vida y el gobierno le
brindan a través de la educación. Sin antes haber conocido una computadora,
ahora es primer lugar en el Pre nacional de la Olimpiada Mexicana de Informática
y tercero en la Olimpiada Nacional.
Roberto, en
COBAT no sólo aprendió de computación, también asimiló que la vida tiene
variables infinitas para aquellos que se deciden a seguir el ejemplo de sus
maestros, aprender con ellos y de ellos, y se enfrentan a la vida decididos a
triunfar y trascender.
Cuando asimilan
la importancia de sentir que están hechos para la grandeza, a creer en sí mismos,
a “Dejar de temer a perder y mejor principia a temer a no ganar”, emergen el cúmulo
de valores de los que sus maestros los llenaron, mismos que los han llevado a
aprender que tienen alas, experimentar que si “estamos hechos de la misma
materia que los sueños”, hay que darse permiso de creer en sí mismo y volar.
Para el viejo Filósofo,
es un auténtico homenaje a la mexicanidad, conocer un puñado de extraordinarios
maestros, que cada mañana llenan a sus alumnos de optimismo y de una pasión sin
límites, que los hace vibrar hasta las fibras más intimas con la Patria y
sentirse ganadores; es decir gozar ser parte del milagro de la vida.
Sus maestros les
educan para recordar que cuando Bartolomeo Cristofori inventó el piano en 1700,
dejó abiertas las infinitas posibilidades para crear piezas musicales, así el
universo cada día tiene las puertas abiertas a su entusiasmo y alegría para
crear un mundo mejor.
Maestros y
alumnos saben que si en algunos lugares de la geografía nacional, la democracia
camina al filo de la navaja, aquí ellos, con las limitaciones económicas y
físicas de su entorno, pero con un carácter de campeones, en este país de
oportunidades, se preguntan: ¿Quién dijo que no se puede?
Resulta que con
la humildad propia de los grandes hombres, el Papa Francisco se decide a
confesar a un argentino que así se lo solicita:
—Su
santidad shho que soy demasiado sumiso le pregunto: ¿Qué necesito para entrar
al cielo?
—Ser
humilde y sencillo.
—¿Tantos
requisitos así?
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