EL
FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
¡HACE
MÁS DE UNA HORA QUE DEJE DE TOCARLO!
Por
Ramón Durón Ruiz
O
|
scar Wilde
afirmaba: “En el arte como en el amor, la ternura es lo que da la fuerza”. Transcribo
un fragmento del poema de Zenaida Bacardi de Argamasilla, que con la sabiduría
que toda mujer posee, dice en el libro Ramilletes
de estrellas.
“No es ternura
el oleaje que se desborda… sino el beso del cielo con el mar.
No es ternura
lo grandioso… sino la delicadeza, la insignificancia, el detalle.
No es ternura
el sol que calcina… sino la luna que embruja.
No es ternura
el fuego que abraza… sino el leño que se consume.
No es ternura
lo que sobresale y resalta.... sino el escondite.... el beso.... la
insinuación.... la luz y la rosa.
La ternura
parece por momentos olvidada y tendríamos que revivirla pues es lo que logra
que nuestros días, nuestra vida pasen de ser un mero transitar a ser
inolvidables...
En los niños
vemos la ternura A todos los días.... Nos cautivan con sus expresiones
sinceras, con la caricia que llega a nosotros sin tener que hacer ningún
reclamo.
Hemos crecido,
somos adultos dejamos muchas cosas olvidadas o de tanto golpearnos quedaron en
nuestro interior adormecidas, paralizadas, congeladas... Intentemos revivirlas
La ternura
no está en lo grande, ni en lo brillante, ni en lo que se destaca, está en lo
chiquito, en lo sencillo, en esas pequeñas cosas de todos los días...
La ternura
es eso que.... vitaliza al viejo.... desarma al hombre.... ¡y duerme al niño!”1
Para el viejo Filósofo,
un niño es un compendio amoroso de ternura y con ella de alegría, de felicidad,
es un ser mágico que goza minuto a minuto la vida, se da el permiso de vivir en
el aquí y el ahora.
Un niño tiene la alquímica capacidad para perdonar
los agravios, es inmensamente feliz con lo que es y con lo que tiene, abraza
con cualquier motivo y sin ningún pretexto, –su poderosa alma sabe que abrazar
ahuyenta la soledad y aquieta los miedos–, tiene una sorprendente facilidad
para relacionarse y hacer amigos.
Los niños tienen
una excepcional capacidad de auto sanación, porque sus sistemas inmunológico, tegumentario,
nervioso central, muscular, respiratorio, óseo, linfático, endócrino, están en
equilibrio, porque con su conducta llena su espacio vital de los químicos de la
felicidad, que favorecen los micro reparadores que elevan su autoestima, le
generan un entusiasmo sin par y optimizan satisfactoriamente su nivel de vida.
Un niño respira
con su centro energético de poder: el abdomen; llena su día con la luz de su
sonrisa, sonríe hasta 500 veces al día, sonreír le produce bienestar físico,
mental y espiritual, que nos recuerda que ellos son una expresión sagrada de lo
divino.
Hay un niño que
está en espera de que le des ternura, que lo mimes y lo
acaricies, ¡Tu niño interior!, ese que es un renuevo de esperanza que cree en
la fuerza incondicional de tu amor. Hoy ama al niño que llevas dentro, hazlo
crecer con mimos y cariños, te sorprenderá el brillo que llegará a tus ojos, a
tu alma, a tu existencia, te maravillarás con los resultados, descubrirás la
magia de la vida con todo el potencial que vibra dentro de tu ser.
Todos tenemos un
niño interior, es nuestro fiel compañero, detrás de una personalidad de adulto
anida su brillo y alegría, cuando eres capaz de reconocerlo y amarlo, se
renueva tu energía.
Tu niño interior
confía en la vida, se da permiso de amar a plenitud, sonríe, goza de una
alegría permanente, rechaza la violencia, vive el milagro del hoy intensamente,
olvida los rencores, ama más, odia menos, es un ser maravilloso, incansable,
evita la lógica, vibra con lo más profundo de sus sentimientos, es seguro de sí
mismo. Tu niño interior se da permiso de errar para crecer, entiende cada
minuto de la vida como un privilegio para vivir, va diariamente al encuentro
con su felicidad, para él no hay límites, todo lo que hace lo llena de su
pasión, de su energía vital, por la noche encuentra un sueño reparador porque
vivió su día, no con términos medios, sino a plenitud y porque goza de una
conciencia tranquila.
Cuando seas
capaz de atraer a tu vida el amor y el poder, de ese niño interior que habita
en lo más profundo de tu alma, habrá una conexión impresionante entre tu mente,
cuerpo y espíritu que te alineará con el universo, haciéndote proveedor de los
cientos de bendiciones que la vida tiene para ti.
A propósito
entra la mamá y le dice al niño filósofo:
—Por
favor hijo, deja de tocar ese tambor… que me estoy quedando sorda
—¡Uy mamá…! ¡Hace
más de una hora que deje de tocarlo!
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