EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
1 y 2 DE NOVIEMBRE
Por Ramón Durón Ruiz
H
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ay fechas
sublimes para el mexicano y el Día de los muertos o de los Santos difuntos, es
sagrado. Simboliza el encuentro con el amor y el recuerdo a nuestros seres que
partieron a rendir cuentas al hogar del Padre.
El ser humano en
su diálogo con la vida, excluye hablar de su propia muerte, habla sí, de la
muerte del familiar, del vecino, del amigo… del de enfrente, hablar de la
propia muerte es un tema vedado.
Es patológico
pensar en la muerte a cada instante, también lo es no recapacitar en ella, pesa
mucho, le tememos.
El 1 y 2 de
noviembre, tiene la magia de reunir a la familia en torno a la tumba, a los
gratos recuerdos de los seres idos.
Llegamosal
panteón como una familia “muégano” no
sabemos dónde principia la alegría y el dolor de uno o de otro, a limpiar el
sepulcro, a llevar flores, a orar, algunos llevan la música o la comida que al
difunto gustaba, porque el reencuentro es una fiesta que parte del principio
del amor.
Sabiamente
Séneca afirma que: “Nuestro mayor error es querer ver la muerte adelante, es decir
fuera de nosotros, allá. Cuando está, en gran parte, a nuestra espalda. La
muerte no nos es trascendente, no está fuera de nosotros, sino que es inmanente
está con nosotros.”
Muchos filósofos y académicos
inteligentemente se preguntan si ¿hay vida después de la muerte? El viejo
filósofo se pregunta¿si hay vida en la vida? porque muchas veces por vivir
llenos de estrés, en una prisa que casi nos atropella, nos olvidamos de gozar
la fiesta de la vida.
La obscura
representación de morir desde siempre haatemorizado al hombre, unido a viejos
dogmas y creencias arraigadas en el colectivo social impide que aprendamos a
gozar la fiesta de la vida, olvidando darle un sentido profundo a nuestra
existencia.
Cuando se aprende el arte de bien vivir,
cuando se llega el tiempo de la partida… se está preparado para bien morir,
para irse con una reconfortante paz interior, entregándote confiado a las manos del señor.
En la vida, lo
único seguro es la muerte, por ello en todas las civilizaciones ha sido vista
con respeto, como un ciclo de un mundo holístico en el que vida-muerte no son
ni excluyentes, ni polaridades, sino complementarias, pues una retroalimenta a
la otra.
En este sentido, este viejo campesino de
allá mesmo, afirma:
“Si
tu no vas al entierro de tus amigos… ¡ellos irán al tuyo!”
“Se
está muriendo gente… ¡que no se había muerto antes!”
“Pa’
vida de morirse… ¡hay que estar vivo!”
Esta fecha es propicia para que el
mexicano haga juegos malabares con la palabra, dando rienda suelta a su audaz
imaginación y vena literaria a través de sus festivas calaveras dedicadas a
personajes vivos, a quienes se hacen con la intención –las más de las veces– de
hacer una broma, homenajear o rendir público reconocimiento, así lo hace mi
estimado amigo Fernando Méndez Cantú en esta calavera dedicada a nuestra
querida periodista Adela Micha.
“La muerte con
sus astucias
cruel e infame
maliciaba
pues en llevarse
pensaba
a la reina de
las noticias
y se dieron las
primicias
Sin publicar una
esquela
sólo se observó
una estela
que portaba la
desdicha
pues la víctima
era la Micha ,
la que informa
por Adela.”
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