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miércoles, 13 de noviembre de 2013

Vida Diaria : Por: Rosa Elena González Hernández,

Son leyenda
Los adultos poco les recuerdan, los jóvenes no los conocen y los niños creen que son una leyenda urbana, y sin embargo existen, están ahí, viendo pasar el tiempo, observando como la modernidad poco a poco les va ganando terreno.
 
Son los carteros, son esos hombres que durante muchos tiempo en cualquier condición, bajo los candentes rayos del sol, la lluvia, soportando frio, cansancio, malos tratos y hasta furiosos perros, fueron los encargados de llevar las buenas nuevas y una que otra vez malas noticias, las cartas que se puede decir están en peligro de extinción.
 
Ellos los carteros que antes eran añorados y esperados, hoy están olvidados,  pocos  les ven, escuchan o conocen.
 
Fueron, durante muchos años, el vínculo entre las personas, ellos acortaban distancias, llevaban alegrías, imágenes impresas en tarjetas postales, trasladaban en una carta amor y romanticismo sellado, eran portadores de bienestar al entregar los giros postales para canjearlos por dinero en las oficinas de correos que llenaban de alegría a familias completas.
 
Muchas fueron  las novias que impacientes esperaban verlos llegar para que les entregaran noticias del ser amado, las líneas de amor escritas en una carta que despertaban emociones y, a veces, hasta pasiones.
 
El singular silbido del cartero hoy se pierde entre el bullicio, poco a poco enmudece, solo los mensajeros de las compañías privadas lo imitan, mas no los igualan.
 
Los empleados de correos de México fueron parte de nuestra historia, del crecimiento de la nación, pero todo cambia, en las calles ya no están más aquellos grandes e históricos buzones de fierro donde se depositaban las cartas, las oficinas de correos están desiertas, no existen más las filas de gente para comprar estampillas, depositar cartas, o cobrar giros, todo eso ha desaparecido, los viejos escritorios muestran la huella del tiempo y los desvencijados lockers que servían de refugio de los apartados postales solo guardan recuerdos de un pasado que no regresará.
 
 Ayer fue el día del cartero y la fecha pasó desapercibida para la mayoría  de la población que ya no ve en ellos un medio de comunicación eficiente, la tecnología ha desplazado a esos valerosos hombres que ven morir su empleo, triste es que los carteros que aún subsisten solo sean utilizados para llevar desencantos con los cobros bancarios.
 
Hoy si se les pregunta a los jóvenes que es un cartero de la oficina de correo se van a la computadora para buscar la descripción o se basan en alguna historieta o programa de televisión reciclado, ya nadie podrá cantar que envió una carta y no hubo contestación, hoy  los In box, twiters, correos electrónicos, watsap tienen contestación inmediata y si no son respondidos igual se sabe que fueron leídos y se interpreta el silencio de quien lo recibió, ya nadie puede fingir demencia.
 
En los tiempos modernos las cartas ya no se usan, los carteros parecen descontinuados y van quedando en el olvido, como en el olvido queda su día antes festejado, quizá ni siquiera recibieron una llamada telefónica de felicitación.
 
Pero la tecnología es fría, nunca podrá igualar los besos escritos de propia mano, ni las narraciones de los actos bellos de la vida, mucho menos nos puede hacer imaginar tanto porque el video está a la mano, con la extinción de las cartas también muere la imaginación.
 
La tecnología acorta tiempos y distancias pero aleja las emociones que llegaban en las cartas, hoy todo el día estamos en comunicación a través de los dispositivos móviles secundados por las redes sociales, ahora es muy fácil conversar hasta con gente  de otros países sin necesidad de esperar al cartero.
 
 A través del internet se contemplan grandes paisajes sin que llegue a la puerta una postal, esa es la ventaja de los tiempos modernos, lo triste es que se desplaza a los carteros, esos que muchos adultos poco recuerdan, que los jóvenes no conocen y que los niños creen que son una leyenda.
 

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