EL FILÓSOFO DE GÜÉMEZ
¡ASÍ CON LA RECETA YA ES
OTRA COSA!
Por
Ramón Durón Ruiz
M
|
aría Nieves Etienne, además de ser una gran mujer
es muy sabia, es la esposa de mi inteligente y querido amigo Don Eduardo “Lalo”
Garza González, amablemente ella me obsequió una frase que no puedo omitir
comentar con usted estimado lector.
Gabrielle Roth
dice: “En muchas sociedades chamánicas, si llegas con una “curandera”
quejándote de sentirte descorazonada, desalentada o deprimida, ésta te podrá
hacer una de cuatro preguntas: “¿Cuándo dejaste de bailar?, ¿Cuándo
dejaste de cantar?, ¿Cuándo dejaste de reconfortarte en el dulce territorio del
silencio?, ¿Cuándo dejaste de fascinarte con los cuentos?”
Ese es el secreto de las abuelas
sabias de Güémez, jamás dejan de fascinarse con el milagro de la vida, para ellas
es tan sagrada que se permiten enfrentar los retos
con la autoestima elevada.
Cada mañana
trabajan en conectarse con su naturaleza interior y con el corazón, porque las
lleva a tener lucidez, a aprender a trabajar con alegría, a llenarse de entusiasmo,
a descubrir la vida aprendiendo a creer en ellas mismas, llenándose de fe,
prudencia, paciencia, para darle tiempo al tiempo y no dejar ir ninguna
oportunidad para ser felices.
Cuando la tarde
languidece, en sus añejos sillones de palma, las abuelas de mi tierra además de
obsequiarnos sentido de pertenencia y familia, nos regalan cientos de historias
y con ellas de enseñanzas, que llevan a quienes tienen el privilegio de
escucharlas, a reconocer que la vida está rodeada de bendiciones, milagros y de
magia.
Cada que el
viejo Filósofo llega a abrevar de su rica tradición oral y charla con ellas, me
enseñan a no estropear mi felicidad, me seducen por los dos mundos que
cohabitan en mi interior, esos que están llenos de magia: el humor y al amor,
que son una filosofía de vida a la que reverencio, porque como el flautista de Hamelin han hechizado mi existencia con
su poder.
Lo más sagrado
de mi: mi Mamá, en su papel de madre-abuela me enseñó que si cruzamos por esta
vida solamente una vez, no hay que tener espacio, mucho menos tiempo, para: el
odio, el rencor o el miedo, hay que intentar darle aire a nuestras alas y volar,
arriesgarse, tener la sensibilidad de conectarse con amor con la fuente de la vida.
La existencia es
un ejercicio de acierto-error, en el que los aciertos te llevan a crecer, los
errores a evolucionar y aprender. Cuando aprendes a ser agradecido con Dios por
el milagro del nuevo día, de tu salud, de tu familia, de tu trabajo,
experimentas una evolución y una paz interior excepcional.
Hoy has la
cuenta despacito y descubre las decenas de bendiciones que llegan a ti, esas
que por la prisa que a veces te atropella, te impide reconocerlas y disfrutarlas.
Cuando te das cuenta que “Dios no patrocina fracasos” es decir que no estás
vivo por casualidad, reconoces que tienes una misión en la vida, si eres capaz
de encontrarla, ¡disfrútala! que con ella el universo te llevará a trascender.
Recuerda que “el
dinero, como el agua, como la sangre…. como la vida, debe fluir, de otra manera
se bloquea y el agua estancada se pudre, la sangre coagulada enferma, la vida
paralizada es muerte”. Hoy date permiso de fluir con el universo repite la
frase: “Renuncio a la enfermedad, renuncio a las privaciones… Yo soy
prosperidad, hoy vivo en la abundancia y en paz conmigo mismo.”
Para esas
escuelas de luz que son las abuelas de mi tierra, no es saludable tener focos
fundidos, vidrios, tazas o platos rotos, porque rompen con la armonía que hay
para ti; remplázalos, ordena tus cosas, saca la ropa que no uses o que te
recuerden situaciones difíciles o de enfermedad; abanicos que no sirven,
reflejan que tu vida no funciona, repararlos, véndelos, regálalos o tíralos… ¡no
los guardes!, ¡Ahhh! y aprende a regalar la luz de tu sonrisa a quienes se
crucen en tu camino.
A propósito una
mujer entra a la botica del pueblo y habla con el dueño:
— Me vende un bote de arsénico por favor.
— ¡Claro que no voy vender ese veneno! ¿Cuál es la finalidad?
— ¡¡Pues matar a mi viejo!!
— ¡Uta!, peor, ¡¡¡Claro que le no puedo vender!!!
La mujer abre su
bolsa saca una foto del marido, haciendo el amor con la mujer del boticario.
— ¡Ahhhhh ‘abrón!... ¡Así con la receta ya es otra cosa!
0 comentarios:
Publicar un comentario