Un informe presidencial retro
Autoelogios y más autoelogios. Bajo
una carpa de circo, acorralado, bajo el manto protector de los Pinos ya que ni
al Auditorio Nacional pudo ir, el presidente Peña Nieto envió su mensaje a la
nación y al mundo de sus primeros nueve meses de mandato.
Más de un viejo priista ha de
recordar con nostalgia los tiempos del presidencialismo, en donde el 1° de
septiembre se convertía en el día del Presidente. Apoteótico momento en el que
se resaltaba la figura del tlatoani, se paraba toda actividad comercial o
industrial, era día de asueto para burócratas y escolares, todo por escuchar al
iluminado.
En un auto descubierto recorría el
tramo de Palacio Nacional a la sede del Congreso bajo una espectacular lluvia
de papelitos tricolores; porras, matracas y gritos de paleros alentaban el ego presidencial, acompañado por un gran
sequito de periodistas y conductores de televisión que ensalzaban su figura.
Se sumaban y contabilizaban las
cientos de veces que lo interrumpían los aplausos de los paleros oficiales, de
los burócratas lambiscones, de los empresarios del sistema, se comparaba contra
otros años y resultaba en una especie de concurso.
Se hacia una gran salutación y
terminaba el día con una gran comilona. Al día siguiente y por lo menos en una
semana los medios de comunicación era de lo único que hablaban.
Estadísticas y más números se
presentaban a los ciudadanos para convencernos que a pesar de que la percepción
era otra, nos convenciéramos que el Presidente en turno era el mejor y sabia
bien lo que hacía.
Este 1° de septiembre , un Enrique
Peña Nieto rejuvenecido por el botox, sin arrugas, sin canas producto de un buen pintado de cabello,
enjuto , visiblemente desmejorado, cansado y disminuido ---en los pasillos de
la política se habla de un grave cáncer--- presentó un discurso a la antigua ,
interrumpido por aplausos de la clase política sumisa y salamerosa, con
palabras de continuo autoelogio que rayaron en lo inverosímil, hablando de un
país que solo el debe ver dentro de los muros de los Pinos, alejado de la
realidad , pareciera que preside otro país, no México.
Pareciera que su inspiración es
Cantinflas, pareciera que las películas del “mimo” le mueven su hacer, ya que
como dice una cosa dice otra, su juego de palabras te lleva a una suma cero.
Es obvio que no tiene el control del
país, no controla a su gabinete, pero así como la selección nacional de futbol
va en caída libre, el país va en picada
y los mexicanos con él, cada día con costos más elevados para producir, con una
peligrosa baja en el consumo interno, con un dinamismo económico contraído.
Era de suma importancia dar certeza
al inversionista, era de suma importancia en su mensaje dar confianza, y lejos
de ello, el tema económico simplemente lo ignoró. Ignoró el desempleo, ignoró
la fuga de capitales, evadió dar a conocer una estrategia clara para rescatar a
la economía.
En nueve meses se genera una vida, así
que es tiempo suficiente para dar resultados, desgraciadamente no hay uno solo,
en ninguno de sus ejes de acción; no tenemos más seguridad, no tenemos más empleo,
no tenemos mejor educación, no tenemos menos hambrientos.
Mejor se hubiera quedado callado y no
dar cifras alegres de disminución de la violencia, pareciera que asume que los
tamaulipecos no tenemos un centímetro de frente, pareciera que gobierna otro
país.
Al Chepo de la Torre finalmente lo
despidieron los mafiosos del futbol, solo un milagro llevará a México al
campeonato mundial en Brasil el próximo año, pero quien despedirá o nos correrá
a Peña Nieto.
Como al Chepo que desde hace meses ya
nadie lo quería, su percepción era completamente negativa y aun así se empecinaron
en retenerlo los dueños de la pelota a pesar de sus pésimo resultados, hoy
vemos con claridad que Peña Nieto no tiene con qué, sus pésimos resultados nos
llevan en picada, sus decisiones nos están arruinando y de acuerdo a la Constitución
tendremos que aguantarlo, lo haga bien o mal otros cinco años.
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