EL FILÓSOFO
DE GÜÉMEZ
EL BUEN FIN
Y EL DINKY
Por Ramón
Durón Ruiz
S
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abiamente Paulo Coelho afirma: “La razón teme la derrota,
pero la intuición disfruta la vida y sus desafíos.” Para el viejo Filósofo la
intuición esun principio metafísico, una innata capacidad para conectarte con
tu Divinidad Interior y con el universo, para encontrar respuestas a tus
preguntas.
“En 1620 un grupo de cristianos europeos embarcó
rumbo a América. Llegaron a la costa de Massachusetts en noviembre, con
invierno muy duro. Los colonos nos pudieron resguardarse de las inclemencias
del tiempo por falta de recursos y casi la mitad de ellos murió antes de
primavera.
Los que sobrevivieron, lo hicieron gracias a la
ayuda que les proporcionaron los indios Wampanoag. El siguiente otoño, en 1621,
los peregrinos obtuvieron una buena cosecha y en agradecimiento a la ayuda
recibida el año anterior, decidieron celebrarlo invitando a sus 'anfitriones' a
una gran cena. Este fue el inicio del Día de Acción
de Gracias.
Se declaró día
oficial en el año 1863 a instancias del Presidente Lincoln y en 1941, el
Congreso de los Estados Unidos lo proclamó como festivo. El
cuarto jueves de noviembre es también el momento de ayudar a los menos
afortunados. Entienden la jornada como un tiempo para reflexionar acerca de
todas las bendiciones recibidas y para expresar agradecimiento.”1
Con esa genialidad que el mexicano
tiene, el Gobierno Federal y la iniciativa privada establecieron con singular
éxito EL BUEN FIN, buscando
por una parte contrarrestar las ofertas que en los EEUU se promueven, con el Día
de Acción de Gracias, y por otra reactivar el mercado interno.
Pero no faltaron los prietitos en el
arroz, con comercios que se pasan de listos, con falsas promociones, ofertando
productos a precios que dan risa, como una foto que se publicó en la primera
plana en un prestigiado periódico,en donde se oferta un minicomponente de $6,000.00,
a $5, 999.00
“Tan excepcional” oferta me recuerda a
Don Diego, querido comerciante de la calle Hidalgo de mi tierra, propietario de
“La Carolina”, que durante décadas fue el lugar de compras por excelencia de
los victorenses, ofertaba los tenis que tenían años en el aparador y que
estaban tostados porlos rayos del sol “Tenis de $100.00 a $99.95” .
En los anaqueles y aparadores de la
tienda de Don Diego,había de todo –como en botica. Las anécdotas que están en
el justo equilibrio entre el invento popular y la realidad, cuenta el siguiente
sucedido: “Ciertodía llegó hasta el establecimiento –mi querido amigo– el
afamado luchador profesional Dinky “El Duende”(Q.E.P.D.),quien por ese tiempo era
un luchador enmascarado formidable, ocultando su identidad, aunque la gente no
entendía por qué, ya que con su defecto físico -un brazo hecho
gancho que sólo llegaba a la mitad-, cualquiera lo identificaba en la calle.
El gladiador del pancracio, preguntó al
tendero:––Don Diego, necesito con urgencia que me venda una máscara, como usted
sabe, soy luchador profesional enmascarado, y ¡CON LA MÁSCARA ME TRANSFORMO!, pero
mis chamacos que de seguro van a ser luchadores, me la perdieron y hoy lucho
por la noche en la Plaza de Toros, requiero, ¡pero a la voz de ya!, una máscara.
––¿Máscaras para luchador? creo que ya
no tengo. ––Contestó amablemente el dueño de “La Carolina”
––No me ‘ingue Don Diego, todos sabemos
que aquí usted tiene de todo, ¡búsquele por ahí!, de veras que la necesito
urgente, es que ¡CON LA MÁSCARA ME TRANSFORMO!
––Pues fíjese que no tengo. Pero por qué
se apura, usted es excelente luchador, luche sin máscara… y todo arreglado.
––¡No puedo señor!, necesito la máscara,
pues la lucha es mascara contra cabellera y además cuando me la pongo ¡ME
TRANSFORMO EN UNA FIERA INDOMABLE! y así masacro a mis rivales.
––¡Don Diego!, –intervino la ayudante–,
me parece que en la bodega hay una máscara.
Don Diego, el conserje, la dependiente y
Dinky “El Duende”, penetraron a la trastienda donde después de levantar cajas y
cajas, efectivamente en el fondo del local había una máscara. El luchador se
alegró del hallazgo y después de quitar tierra y telarañas de la seda, se
colocó la capucha y al hacerlo inmediatamente con su mano buena y con la otra
ganchuda empezó a golpearse la cabeza, a la
vez que lanzaba desaforados gritos, se proyectó de tope contra los anaqueles
yla pared. La gente de “La Carolina”, estaba anonadada con lo que veían.
–– ¡Es verdad! –Exclamó alertada y hasta
un poco asustada la muchacha–¡LA MÁSCARA HACE QUE SE TRANSFORME!…¡
Después de 3 minutos de la extraña
transformación, de darse topes contra la pared y golpearse en la cabeza, entre
Don Diego, el conserje y la dependienta, le quitaron la máscara y lo primero
que vieron fue una docena de enfurecidos alacranes que le habían dado una recia
al afamado luchador profesional.
1.http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/en_la_cocina/menus_especiales/2006/11/27/157605.php
www.filosofoguemez:mx
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